La clave de la reforma de este piso reside en la eliminación de un viejo distribuidor. Esta decisión posibilitó la creación de una gran zona de día en forma de T, contorneada y realzada por panelados en blanco. Se trata de un espacio amplio, diáfano y luminoso, que recorre la planta longitudinalmente y es compartido, de manera abierta, por la cocina, el comedor, el salón y una sala de televisión. Las líneas minimalistas de la arquitectura se refuerzan con un interiorismo marcado por el predominio del color blanco, que potencia la luz natural. Como contrapunto destacan las notas cálidas proporcionadas por la madera y el pavimento, que se extiende por todo el suelo para aportar dimensión y armonía a los distintos ambientes. El conjunto resulta etéreo, sereno y, al mismo tiempo, hogareño y acogedor.