La distribución original de este piso, situado en la tercera planta de un edificio céntrico, resultaba excesivamente compartimentada, lo que daba lugar a multitud de estancias oscuras y angostas. Sus nuevos propietarios, una pareja con dos hijas, decidieron afrontar una reforma integral antes de mudarse a él, para transformarlo en un hogar con ambientes diáfanos, luminosos, cómodos y acogedores.
El interiorismo ha jugado un importante papel en la consecución del resultado deseado, proponiendo un estilo clásico y atemporal en el que, sobre la base de un lienzo en color blanco, resaltan las cuidadas notas en tonos crudos, grises, negros y madera aportadas por los pavimentos, el mobiliario y los elementos decorativos.