Natalia Zubizarreta considera fundamental dotar a las cocinas blancas de una calidez que invite a reunirse y disfrutar de momentos en ellas. Su primera sugerencia en este sentido es primar los muebles con acabado blanco roto, más cálido que los blancos fríos. Igualmente, aconseja combinar los tonos blancos con notas en madera o piedra natural, que pueden aplicarse en pavimentos, encimeras, entrepaños o muebles auxiliares, y complementarlos con fibras naturales como cestas o plantas. La iluminación también resulta determinante, ya que su temperatura va a definir en gran medida que una cocina resulte cálida o fría.
Otro aspecto que la interiorista cuida especialmente a la hora de proyectar cocinas blancas es la mezcla de estilos, que contribuye a dotarlas de carácter propio. Así, la combinación de frentes plafonados y lisos, de muebles con y sin tirador, o de distintos acabados para la encimera y el entrepaño, son recursos que, además de enriquecer la cocina, ayudan a lograr un original equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo.
Por último, Natalia recuerda que el estilismo en general debe ser meticulosamente planificado para crear estancias que cuenten historias y abracen a los usuarios. Aquí juegan un papel primordial los pequeños accesorios —como cuadros o fotografías—, los complementos —como lámparas decorativas, baldas, cortinas y papeles pintados—, y el mobiliario auxiliar. Con respecto a este último, la diseñadora recomienda incorporar muebles con personalidad propia, ya sea personalizándolos con tapizados de diferentes tejidos, o seleccionando piezas antiguas, clásicas o envejecidas para una cocina de diseño moderno.