La continuidad visual es un factor determinante para lograr una correcta transición entre la cocina y el salón. El empleo de materiales similares o complementarios en ambos espacios contribuirá a aportar sensación de fluidez, y la elección de colores y texturas cohesivas reforzará su conexión visual, haciendo que los dos ambientes se perciban como uno.
Aunque la idea es crear una transición suave, existen recursos que permiten definir y delimitar visualmente cada estancia de manera sutil. Por ejemplo, la presencia de pavimentos diferentes, alfombras estratégicamente colocadas o cambios en la altura del techo pueden trazar límites que no supongan divisiones abruptas.
En este sentido, una opción interesante es aprovechar la isla de la cocina para colocar un tabique que sirva de soporte al televisor y, al mismo tiempo, funcione como separador entre espacios. Otra posibilidad es disponer un sofá orientado hacia el lado opuesto de la isla, creando un pasillo natural entre la trasera del primero y el frente de la segunda.
En definitiva, la clave es buscar un equilibrio entre la continuidad y la separación de los ambientes, empleando los mismos materiales y colores para generar un resultado armónico, y definiendo cada espacio a través de una distribución inteligente de los elementos y el mobiliario.