La chapa natural es un material más delicado que el laminado o el estratificado. Aunque estos acabados se cubren con barnices que los protegen del uso diario, es fundamental tratarlos con especial cuidado para evitar daños causados por golpes, calor, limpiezas agresivas o infiltraciones.
En este sentido, resulta especialmente importante evitar su contacto con líquidos, ya sea por derramamiento o por condensación, así como su exposición prolongada al vapor. Como medidas de precaución, se aconseja cocinar siempre con la campana extractora en funcionamiento, no usar cafeteras o pequeños electrodomésticos bajo los muebles altos, y no abrir el lavavajillas durante la media hora siguiente a la finalización del lavado.
En cuanto a la limpieza, se desaconseja el uso de estropajos, productos que contengan ceras, sustancias agresivas —lejías, disolventes, aguarrás, acetona, alcohol, quitamanchas, amoníaco, etc.— y aparatos que funcionen con vapor de agua. De hecho, no es necesario emplear productos especiales para limpiar estos acabados: basta con frotar una bayeta o paño humedecido en agua, siguiendo la dirección de la veta de la madera. Si la suciedad ofrece resistencia, se puede utilizar una esponja humedecida en una disolución de agua y jabón neutro. En ambos casos, a continuación debe secarse la superficie y los cantos con un paño suave de algodón o una bayeta de celulosa.