La reforma ha redibujado íntegramente los interiores de la vivienda original, prescindiendo de los tabiques que generaban una compartimentación excesiva. Esto ha permitido crear espacios más amplios, diáfanos y abiertos, en los que tanto la luz como la conexión con el exterior cobran un especial protagonismo.
Para el interiorismo se ha optado por una delicada combinación de materiales tradicionales, como la piedra o la madera de pino y castaño, con otros más contemporáneos como el hormigón, el aluminio o el acero, dejándolos a la vista para mostrar su cara más noble. El resultado es un conjunto que, fusionando con coherencia lo viejo y lo nuevo, preside el terreno sin estridencias y dialoga con el paisaje abierto y frondoso que lo rodea.